La Tomatina 2025

Fecha de La Tomatina

La Tomatina está programada en las siguientes fechas:

La fecha es variable. La fiesta se celebra el último miércoles de agosto.

La Tomatina – Buñol (Comunidad Valenciana)

Esta fiesta popular se celebra todos los años el último miércoles del mes de agosto en la localidad de Buñol (Comunidad Valenciana).

Se trata de una de las fiestas más originales, coloridas, pegajosas y divertidas de España, ¡una guerra a tomatazo limpio!

La fama de La Tomatina ya ha traspasado fronteras. Un evento en el que el tomate, fruto apreciado y esencial en nuestra dieta mediterránea, se convierte en el protagonista, siendo además embajador de alegría y diversión.

Origen

Cuentan los más ancianos del lugar que en el año 1945, en la plaza de Buñol, unos jóvenes empezaron a pelearse con lo que tenían más a mano: las verduras de un puesto cercano. Esto dio lugar a una batalla vegetal que perdura hasta hoy. 

Al año siguiente, los jóvenes repitieron la experiencia, llevando los tomates de sus casas. La celebración fue prohibida, interviniendo la autoridad policial.

Volvió a prohibirse en 1957, y en señal de protesta, los jóvenes convocaron a los vecinos y organizaron «el entierro del tomate»: una procesión en la que portaban un ataúd con un gran tomate dentro. Una banda de música interpretaba cantos fúnebres, y todos los vecinos, vestidos de luto y llorando, acompañaban al tomate.

Su éxito fue memorable, por lo que la tomatina acabó por ser permitida  y se instauró como fiesta oficial.

Celebración

El escenario de la fiesta es la plaza del pueblo de Buñol, en pleno mes de agosto y con el calor de las tierras del interior.

A las 9 de la mañana empieza a acudir gente a la plaza. El ayuntamiento reparte bollos a todo aquel que quiera coger fuerzas antes del combate. La plaza se va llenando de vecinos y forasteros venidos de distintos países.

No hay un traje típico: se ven pantalones cortos, camisetas hechas jirones, torsos desnudos, y hasta hay quien lleva gafas de buceo. En el centro de la plaza se levanta el «palojabon» o cucaña, un enorme palo untado con jabón al que hay que trepar para conseguir el premio colgado del extremo: un jamón.

Lo divertido está en ver trepar por el palo a los más osados, resbalar, caer y volver a trepar. Mientras, los vecinos tiran cubos de agua remojando al personal. De repente se oye gritar: “¡Tomate, tomate!”, señal de que alguien ha alcanzado el jamón, y se pide seguir con la fiesta.

Por un camino que lleva a la plaza del pueblo, y haciendo sonar con estruendo su bocina, aparece un camión lleno de tomates. Se para y deja caer los frutos al suelo. La única regla es estrujar los tomates antes de lanzarlos para que no hagan daño a nadie.

La gente se lanza sobre la apetitosa munición y los tomates vuelan. En pocos segundos, los participantes se ven envueltos en una colorida lluvia vegetal. Uno tras otro, cinco camiones van descargando su munición. El campo de batalla se convierte en un pantano de tomate triturado: la plaza, las fachadas, los guerreros, hasta el aire se vuelve de color rojo. Con 150.000 kilos de munición, entre risas y diversión y a golpe de tomate, se desarrolla esta batalla campal.

Entre los combatientes: australianos, japoneses, británicos, estadounidenses, indios, canadienses... Todos participan en la contienda más divertida de la historia, teñidos de rojo, pegajosos, con pepitas hasta en los ojos. Un disparo anuncia el fin de tan insigne batalla.

Los valientes, agotados y muertos de risa por una lucha sin vencedores ni vencidos, van a lavarse a las mangueras que hay en las calles, a las fuentes del pueblo o a las charcas del río, todos bajo una misma bandera, ¡la del tomate!