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Fecha de La Tomatina
La Tomatina está programada en las siguientes fechas:
- miércoles, 28 de agosto de 2024
- miércoles, 27 de agosto de 2025
- miércoles, 26 de agosto de 2026
La fecha es movible, la fiesta se celebra el último miércoles de agosto.
La Tomatina – Buñol (Comunidad Valenciana)
Fiesta popular que se celebra todos los años el último miércoles del mes de Agosto en la localidad de Buñol (Comunidad Valenciana).
Se trata de una de las fiestas más originales, coloridas, pegajosas, contagiosas y divertidas de España. Se trata simple y llanamente de una guerra a tomatazo limpio.
El entusiasmo por la Tomatina traspasa fronteras, y el tomate, fruto apreciado y esencial en nuestra dieta mediterránea, se convierte en el protagonista y embajador de alegría y diversión.
Origen
Cuentan los más ancianos del lugar que en el año 1945 y en la plaza de Buñol, una pelea entre jóvenes que no tenían a mano para tirar más que las verduras de un puesto cercano dió lugar a esta batalla vegetal.
Al año siguiente los jóvenes repitieron la experiencia, llevando los tomates de sus casas. La celebración fue prohibida, interviniendo la autoridad policial.
Volvió a prohibirse en 1957 y en señal de protesta los jóvenes convocaron a los vecinos y organizaron «el entierro del tomate»: una procesión en la que portaban un ataúd con un gran tomate dentro. Una banda de música interpretando cantos fúnebres, todos los vecinos vestidos de luto y llorando, acompañaron al tomate.
Su éxito fue memorable. Finalmente se permitió la tomatina y se instauró la fiesta de forma oficial.
Celebración
El escenario de la fiesta: Buñol, la plaza del pueblo, en pleno mes de Agosto y con el calor de las tierras del interior.
A las 9 de la mañana empieza a acudir gente a la plaza. El Ayuntamiento reparte bollos a todo aquel que quiera tomar fuerzas antes del combate. La plaza se va llenando de vecinos y forasteros venidos de distintos países.
No hay tradición de traje típico, se ven pantalones cortos, camisetas hechas jirones, torsos desnudos, y hasta hay quien lleva gafas de buceo. En el centro de la plaza se levanta el «palojabon» o cucaña, un enorme palo untado con jabón al que hay que trepar para conseguir el premio colgado del extremo: un jamón.
La diversión está en ver trepar, resbalar, caer, volver a trepar por el palo a los más osados. Mientras, los vecinos tiran cubos de agua remojando al personal. De repente se oye gritar: “¡Tomate, tomate!”, señal de que alguien ha alcanzado el jamón y se pide seguir con la fiesta.
Por un camino que lleva a la plaza del pueblo y haciendo sonar con estruendo su bocina, aparece un camión lleno de tomates. Se para y deja caer los frutos al suelo. La única regla es estrujar los tomates antes de lanzarlos para que no hieran a nadie.
La gente se lanza sobre la apetitosa munición y los tomates vuelan. En pocos segundos los participantes se ven envueltos en una colorida lluvia vegetal. Uno tras otro cinco camiones van descargando su munición. El campo de batalla se convierte en un pantano de tomate triturado, la plaza, las fachadas, los guerreros, el aire se vuelve de color rojo. Con 150.000 kilos de munición, entre risas y diversión y a golpe de tomate se desarrolla esta batalla campal.
Entre los combatientes, australianos, japoneses, británicos, estadounidenses, indios, canadienses, todos teñidos de rojo, pegajosos, con pepitas hasta en los ojos, participan en la contienda más divertida de la historia. Un disparo anuncia el fin de tan insigne batalla.
Los valientes, agotados por la lucha, bajo una misma bandera, la del tomate, en una guerra sin vencedores ni vencidos, muertos de risa, van a lavarse a las mangueras que hay en las calles, a las fuentes del pueblo o a las charcas del rio.